Article Index

El holograma

Un holograma es una imagen tridimensional obtenida tras la interacción de un rayo láser en una placa fotográfica especial. Lo más relevante de las imágenes holográmicas lo encontramos en que al realizar una incisión en la misma, se generan dos hologramas que contienen idéntica información, es decir, en ambos casos la imagen es completa. Si continuamos dividiendo el holograma hasta el infinito, hipotéticamente cada fragmento diferencial contendría la misma información que el resto y éste, a su vez, la misma información que de partida, recordando lo que acontece con los imanes al tratar de dividirlos. Por lo tanto, cada fragmento del holograma original posee información extensible a todas y cada una de sus partes y, asimismo, cada parte contiene la información del todo, es decir, la imagen completa (Talbot, 1995; Bohm, 1998).

Una de las características fundamentales de las imágenes holográmicas es su capacidad de almacenaje de información (memoria) y su capacidad de recuperación de dicha información. Asimismo, la técnica holográfica permite sintetizar imágenes nuevas de objetos inexistentes, combinando diversos fragmentos aislados de la información suministrada.

El hecho de que la imagen holográmica se forme gracias a las pautas de interferencia de las ondas electromagnéticas, resulta sumamente interesante a los efectos de la presente investigación. De la interferencia electromagnética grabada en la placa se reconstruye la imagen tridimensional del objeto original. Este proceso es semejante al que acontece en la psique inconsciente (Grof, 1998).

Un modelo holográfico del cerebro

Otra importante contribución a los efectos de la información sobre los seres vivos la encontramos en las recientes investigaciones de la neurofisiología.

Varela (1994) afirma que, en los procesos neuronales, las perturbaciones que llegan del medio ambiente son informadas de acuerdo con las coherencias internas del sistema nervioso. La retina proyecta al cerebro las ondas electromagnéticas recibidas en diferentes lugares, incluyendo el tálamo y el denominado núcleo geniculado lateral (NGL). El NGL se describe como una estación de relevo del córtex. Sin embargo, observado más detenidamente, la mayoría de lo que reciben las neuronas del NGL no procede de la retina (de ella sólo un 20 % llega a las neuronas) , sino de otros centros del cerebro, incluido el córtex visual, el colículo superior, el hipotálamo y la formación reticular.

En este mismo orden de ideas, el neurofisiólogo Pribram (1971) ha establecido una hipótesis holográfica del cerebro. Según Pribram, además de la transferencia habitual de los impulsos nerviosos, entre el SNC y los receptores periféricos, observó la presencia de un potencial bajo entre las sinapsis, incluso en ausencia de impulsos nerviosos. El origen de este potencial se halla en las células con abundantes dendritas y de axones cortos o inexistentes. Estos bajos potenciales actúan de un modo gradual y son de ondulación continua, mientras que los impulsos nerviosos operan conectándose y desconectándose. Este "procesamiento en paralelo" es de la máxima importancia para el funcionamiento holográfico del cerebro. La interacción entre ambos sistemas (impulsos nerviosos y potenciales continuos entre sinapsis) produce el fenómeno ondulatorio que sigue los principios holográmicos descritos.

3. La totalidad indivisa del Universo

En los apartados anteriores, se ha demostrado la existencia de relaciones causales entre las diversas partes del Universo. De esta manera, se ha podido establecer, sin demasiadas dificultades, los efectos que los campos (en este caso, electromagnéticos) tienen sobre las estructuras vivas, debidos a la información que dichos campos portan.

Sin embargo, la astrología psicológica (Sasportas, 1990 y Green, 1987, entre otros) establece la existencia de una coincidencia significativa de enormes proporciones, entre los procesos que acontecen en la psique del ser humano y los movimientos planetarios. Este "arreglo" de sucesos objetivos y subjetivos, que acontecen a distancia espacial remota y cuya conexión es significativa, parece contradecirse con los precedentes resultados.

Ahora bien, al igual que sucede con los conceptos básicos de la teoría de la relatividad y la teoría cuántica, los supuestos de la sincronicidad y los efectos formativos de la información activa portada por los campos electromagnéticos son incompatibles. La sincronicidad requiere de a-temporalidad, a-causalidad y no localidad. Por su parte, los efectos informativos precisan de causalidad, temporalidad y efectos más o menos localizados. Para resolver esta contradicción aparente seguiremos la sugerencia de Bohm (1998) y consideraremos el punto en común de ambos planteamientos. El punto en el que ambas hipótesis confluyen es en el de la totalidad indivisa.

Wheeler (1967), se refiere a la totalidad indivisa del universo como a un "superespacio" compuesto por un mar turbulento de burbujas. Los continuos cambios en la estructura del tejido espacio-tiempo (superespacio) son los que producen las fluctuaciones cuánticas. Dicho de otro modo, los campos (se cual fuere su tipología) son manifestaciones de la combadura del espacio-tiempo.

Sarfati (1975) imagina esa totalidad como un turbulento mar de miniagujeros blancos y negros giratorios, que aparecen y desaparecen continuamente, generando oscilaciones que actuarían sobre la estructura espacio-temporal del universo, dando lugar a ciertos patrones ondulatorios. Estas ondulaciones serían lo que se detecta como partículas subatómicas. De la interacción de dichos patrones se irían generando, sucesivamente, los átomos, las moléculas y, en última instancia, la substancia del mundo material.

Estas hipótesis sugieren que la materia y el vacío (el tejido cuatridimensional del espacio-tiempo) son la misma cosa. Los bloques básicos de construcción de la materia no son objetos que podamos aprehender. Sólo mediante abstracciones mentales es posible tener alguna somera idea de qué sea aquello que constituye a la materia.

Wheeler (1967) propone la existencia de pasadizos o puentes "intercomunicantes" que atraviesan el tejido espacio-tiempo y que permiten conectar dos regiones diferentes del espacio tridimensional. Estos pasadizos son como agujeros en el espacio. Entre cada fluctuación cuántica del espacio-tiempo se crean y se destruyen constantemente estructuras, resonando entre la destrucción de una estructura y la construcción de otra. Los pasadizos del superespacio de Wheeler crean una "interconexión cuántica" en la que cada punto del espacio está conectado al resto de puntos que lo componen. Es importante señalar que, en el propio pasadizo, la estructura espacial (y temporal) es inexistente.

Bohm (1998) sugiere la necesidad de definir una nueva noción de orden. A este nuevo orden lo denomina implicado (del latín implicare que significa "doblar" o "plegar hacia dentro") dado que, según el autor, en el orden implicado todo se halla plegado en todo, como ya se ha mencionado. Y lo contrapone al orden explicado, en el que cada cosa está desplegada, en el sentido de que está localizada en una posición y ocupa un espacio determinados, fuera de las regiones que pertenecen al resto.

Para ilustrar la noción de orden implicado y explicado, Bohm recurre a la noción de holograma, que ya hemos descrito. Así, el orden implicado correspondería a las pautas de interferencia de las ondas electromagnéticas grabadas en la placa fotográfica. El orden explicado o desplegado sería la imagen del objeto tras la incidencia de las ondas electromagnéticas sobre el patrón de ondas grabado en la placa. Otro ejemplo, también expuesto por Bohm, sería el de una emisora de televisión que emite una determinada imagen plegada en ondas de radio, que transportan la imagen en un orden implicado. Estas ondas de radio, al llegar a nuestro aparato receptor son desplegadas en forma de imágenes, que es lo que observamos en la pantalla de nuestro televisor.

Esta nueva noción de orden implicado es aplicable, según el autor, a toda la realidad, siendo válida no sólo para la materia, sino también para la mente y la sociedad. A la totalidad de ese movimiento de plegamiento y despliegue continuo, Bohm lo denomina holomovimiento. Su propuesta es que lo realmente existente es el holomovimiento y todo lo demás ha de ser comprendido como formas derivadas de este holomovimiento.

Peat (1995), desarrollando aún más la idea del holomovimiento de Bohm, sugiere la existencia de niveles plegados más profundos e incluso más sutiles de organización. De un modo semejante a lo que sucede en el inconsciente, Peat postula la existencia de niveles de órdenes implicados cada vez más profundos, de tal manera que las estructuras explicadas derivarían del holomovimiento de un primer nivel plegado que, a su vez, es conformado por un segundo orden implicado. Pero las estructuras desplegadas informarían al segundo orden implicado que, a su vez, da forma al primer orden implicado. Esto le lleva a afirmar que, en cierto sentido, el universo entero se encuentra plegado en cada región del espacio.

Por lo tanto, creemos que la naturaleza de la realidad puede estudiarse partiendo de las estructuras del orden explicado, para dirigirse hacia el orden implicado y viceversa. Y del estudio del macrocosmos se puede extraer información de lo que acontece en el microcosmos y viceversa, pues ambos son imágenes especulares el uno del otro.

Aquí llegamos a una descripción de la realidad análoga a la que formuló Jung cuando habló del unus mundi, dentro del cual la materia y la psique estarían unidas en una única realidad. El estudio de los arquetipos como aspectos psicoides, es decir, cuasi-psíquicos o psíquicos y materiales, que aparecen en un suceso sincronístico, pues tal suceso es un arreglo significativo de hechos psíquicos interiores (implicados) y hechos externos (explicados), es de la mayor importancia. Y es a este nivel que podemos hablar de eventos sincronísticos y de sincronicidades. Los primeros siempre ocurren, con independencia de que seamos o no conscientes de ello. Estos eventos atraviesan nuestras vidas, por decirlo así, en series de arreglos sincronísticos, pudiéndose acceder al conocimiento de la serie que en un período determinado acontece en sincronicidad con nuestras transformaciones libidinales subjetivas, por mediación de la interpretación de los símbolos que produce lo inconsciente y los eventos sincronísticos observables. Así, se transforman en experiencias de sincronicidad cuando somos conscientes de su coincidencia significativa.

Biocibernética-Quántica holográmica

Como resultado de una afortunada coincidencia significativa supe de la existencia de una nueva medicina, cuyos fundamentos coincidían con las investigaciones de la astrología, permitiéndome cimentar, sobre una base firme, algunas de las afirmaciones que se han realizado a lo largo del presente trabajo.

La Bio-cibergética quántica holográmica (BCQH) es una disciplina médica sumamente novedosa que se basa en los descubrimientos provenientes de la cibernética, de la física cuántica y de la teoría holográmica.

Las investigaciones de dicha disciplina terapéutica han puesto en evidencia que el sistema psico-somático emite una radiación pulsante (que se expande y se contrae constantemente) que sale del sistema, siendo recuperada inmediatamente. Dicha bio-información radiante procede del área anatómica del cerebelo y se proyecta al exterior del cuerpo, siendo una imagen del estado psico-somático de todo el sistema. Dado que la radiación no procede del cerebelo sensu estricto, han denominado a la fuente de dicha radiación como núcleo bio-cibernético del holograma. Las fugas de información en un individuo desequilibrado le permiten al bio-cibernetista corregirlas, interponiendo una imagen analógica del mismo modelo de información fugada pero en perfecto equilibrio. Esta imagen interpuesta contiene la información que genera todo acontecimiento o manifestación del Universo y, por consiguiente, también la vida. Al realizar esto, se produce una respuesta retroactiva en el sistema de recepción de la información (el núcleo bio-cibernético del holograma) que repercute en el sistema psíquico y en el propio cuerpo, a modo de homeostasis.

Por lo tanto, los seres vivos emiten bio-información al ambiente y, a su vez, son capaces de registrar la información proveniente de la biosfera y, en último término, del Universo. Dicha información es emitida por todo ser vivo, siendo ésta idéntica a la generada por todos los fenómenos del Universo (Ribalta i Puig, 1998). Los fundamentos sobre los que reposa dicho sistema psicoterapéutico son los mismos que rigen para la Astrología científica o psicológica.

Asimismo, los bio-cibernetistas dividen la bio-radiación pulsante en dos niveles. El primer nivel es el proveniente del área anatómica del cerebelo, tal y como se ha descrito, tratándose de la información psico-somática global u holograma individual de la persona. La bio-información del segundo nivel es la que procede de todas las partes y aspectos que componen al organismo. Cada órgano, tejido y célula emite su radiación particular, que le distingue. La información procedente de este nivel responde a los estímulos del primer nivel, pero en sí mismo carece de la bio-información de todo el sistema psíquico.

La información proveniente del primer nivel es una imagen fractal o una mónada de todo el universo. Las ondas emitidas son de forma arquetípica y se manifiesta en ella la misma dualidad que estructura al universo.

De la misma forma que un receptor de radio reconoce las ondas electromagnéticas análogas a su propio "sistema captador", emitidas por una fuente determinada, nuestro sistema psico-somático, inconscientemente, sintoniza con señales que puedan ser análogas a su misma naturaleza.

Llegados a este punto, podemos formular la siguiente hipótesis: la información portada por las oscilaciones del campo electromagnético, como consecuencia de los movimientos planetarios, es captada por lo inconsciente y ejerce una influencia sobre éste. El inconsciente genera una imagen o visión en el ser humano que posibilita la aprehensión consciente de dicha información y, por ende, la actividad psicoenergética activada en el trasfondo de lo inconsciente. No obstante, es menester precisar que esta información es recibida de forma diferente en distintos individuos, por la sencilla razón de que la estructura del sistema psico-somático es individual (diferentes receptores y, por ende, distinta coherencia interna del sistema nervioso). Es harto inverosímil que dos individuos presenten un idéntico sistema psico-somático. El patrón de interferencia de las ondas electromagnéticas procedentes del ambiente (incluido el universo) y las ondas pulsantes del propio organismo pueden ser constructivos o destructivos. Esta sería una posible explicación de la facilidad o facultad positiva de ciertos tránsitos (trígonos y sextiles, principalmente) y la relativa dificultad o facultad negativa de otros (oposiciones, cuadraturas y conjunciones).

De lo dicho se colige que, no sólo la radiación proveniente del medio ambiente interfiere con la radiación pulsante sutil emitida por los seres vivos. De hecho, la bio-radiación emitida por los diferentes organismos también interfiere entre sí, de tal manera que la información portada por el área del cerebelo de un ser humano será registrada por el inconsciente de otro y viceversa. Así, verbigracia, cuando un ser humano se halla en un momento de crisis o bifurcación, transmitirá la información de su estado anímico total y, por lo tanto, provocará una interferencia en la radiación emitida y, por ende, en la información, de su prójimo. Esta influencia inconsciente se podrá manifestar en la forma de un fantasma (sueño o visión) y, tras su exégesis, será decodificada, haciéndose accesible a la conciencia. Por el contrario, cuando un individuo está en armonía con su inconsciente (individuado) emitirá la correspondiente información, en forma de ondas sutiles, estimulando la regulación del sistema psico-somático del prójimo.

Resumiendo, el proceso por el que los movimientos planetarios descritos en la carta natal o cosmograma de un ser humano afectan a su organismo y, por ende, a su psique inconsciente es el siguiente: la información portada por las oscilaciones de los campos electromagnéticos terrestres llegan al ser vivo. Esta información es registrada por el núcleo bio-cibernético del holograma, esto es, el área anatómica del cerebelo. Este activa el sistema neurovegetativo y, por lo tanto, repercute en el metabolismo y el sistema de defensa del organismo. A nivel psíquico, es constelado un arquetipo que coincide significativamente con el orden cósmico, originándose una imagen simbólica en forma de fantasma (sueño o visión). Esta imagen se hace accesible a la conciencia, y su decodificación (análisis onírico) por el yo consciente, permite acceder al conocimiento del proceso psicoenergético que subyace en los trasfondos de lo inconsciente colectivo. Con ello, se ajusta o adapta la actitud u orientación de la conciencia, lo que favorece el movimiento análogo, acompasado y sincronístico al ritmo del universo.

Como hemos podido comprobar, la energía (aprehensible por mediación de la imagen simbólica) es solamente la manifestación de la ejecución de una orden recibida por la materia (movimientos planetarios) que se transforma bajo los influjos de la información. Esta lectura, por supuesto, también se puede invertir. Pues el hombre no es sólo pasivo en el registro de la información procedente del medio ambiente, sino que, a su vez, envía información activa a su alrededor. Esta información, como ya se ha insinuado en otro lugar (Ribalta-puig, 1998), podría ser una de las causas de los desastres ecológicos y de los desajustes en determinados ciclos que gobiernan el acontecer de la naturaleza.

El fundamento de este último aserto radica en el orden implicado existente en todo elemento del universo, que permite el procesamiento de la información y su acción formativa sobre su estructura interna. De los ejemplos del holograma, de los campos mórficos y del orden implicado se desprende la existencia de una estructura interna, sutil, que comparten todos los entes del universo. Los eventos sincronísticos (y la sincronicidad), entendidos como una coincidencia significativa entre el microcosmos y el macrocosmos, son aplicables si consideramos que, bajo los estratos de un orden implicado individual, existe un nivel más profundo que contiene, plegada, toda la información del universo (Peat, 1995). Este sería el orden implicado mismo, que en el caso del hombre se refleja en el arquetipo del si-mismo (Jung,1992, 1995).

Los arquetipos en la astrología científica

Los resultados obtenidos dejan abiertas muchas incógnitas y son también innumerables las lagunas que habrán de ser cubiertas en futuras investigaciones. Sin embargo, ha quedado demostrada la validez científica de la astrología, así como la licitud de su incorporación en la psicología arquetipal desarrollada por Jung.

Dado que, de conformidad con lo expuesto, la información proveniente de los movimientos de los cuerpos astrales es accesible a la conciencia, gracias a la constelación de los arquetipos, que coinciden con el orden del universo, el análisis de los contenidos simbólicos de los sueños o imágenes fantásticas serán de gran utilidad para la correcta orientación de la conciencia. Y, a su vez, la interpretación de las energías simbolizadas en el horóscopo auxiliará en la asunción de una actitud coherente con el acontecer psicoenergético que transcurre en el trasfondo de lo inconsciente.

Según la astrología psicológica (Greene, 1987,1988; Sasportas, 1990 y otros) el horóscopo, cosmograma o carta natal es una representación simbólica de las energías que gobiernan la psique del ser humano, un mapa de su estructura anímica. Por lo tanto, este diagrama es un mandala que expresa simbólicamente la personalidad total del individuo, es decir, el si-mismo.

La psicóloga y astróloga Greene (1988), concibe a los planetas, en la carta natal, como arquetipos del inconsciente. Greene distingue entre planetas personales (interiores) y transpersonales (exteriores). Los planetas personales simbolizan energías psíquicas individuales, propias de una psicología individual. En este nivel, las personas se hallan separadas unas de otras, en el sentido de que cada individuo es diferente uno de otro. Es decir, cada persona tiene un horóscopo diferente y cuando se consideran los puntos individuales de la carta, tales como el ascendente, el medio cielo, el Sol, la Luna, Mercurio, Venus, Marte y Júpiter, todos ellos simbolizan energías, necesidades y características que pertenecen a un individuo. La personalidad de dicho individuo vendría representada por la situación por signo y casa de estos planetas, junto con los aspectos que forman en el horóscopo.

Bajo este primer nivel, se abre un estrato más profundo que representa a lo que Jung denominó inconsciente individual. Esta parte de la personalidad se mantiene en la sombra. Los planetas que pertenecen a este nivel, es decir, Júpiter, Venus y Marte representan la parte constitucional de los complejos y, por ende, la predisposición a vivenciar las experiencias biográficas (Jung,1995). Mercurio es el intermediario entre la conciencia y el inconsciente individual. Saturno sería el arquetipo que se encuentra en la interfase de lo inconsciente individual y colectivo. Se trata del principio limitador y el guardián del umbral, que constriñe al individuo a seguir la senda que le marca su propio destino.

En el nivel más profundo de la psique, en lo inconsciente colectivo, se encuentran representados los arquetipos de Urano, Neptuno y Plutón, los planetas exteriores, transaturninos o, también llamados, transpersonales. Mientras que los planetas interiores informan del temperamento y el potencial del individuo, estos últimos planetas se relacionan con el colectivo al que el individuo pertenece. Sus ciclos son mucho más largos. Así, el de Urano es de ochenta y cuatro años, permaneciendo siete en cada signo; el de Neptuno tarda cerca de ciento sesenta y ocho años en dar una vuelta completa por el Zodíaco, y pasa catorce años, aproximadamente, en cada signo; Plutón, el más excéntrico de todos, emplea doscientos ochenta y cuatro años en recorrer su órbita. Debido a su excentricidad, atraviesa el signo de Escorpio en sólo dieciocho años, mientras que se mueve muy lentamente por Tauro, asentándose en él treinta años.

Los planetas transpersonales están, pues, relacionados con la generación a la que se pertenece, así como con los zeitgeists correspondientes. A pesar de que no existe una demarcación estricta entre dos generaciones, pues se suelen solapar mutuamente, desde un punto de vista astrológico se presentan unas nítidas diferencias entre las distintas actitudes que gobiernan a un grupo de personas, nacidas dentro del intervalo temporal correspondiente al tiempo que cada planeta exterior tarda en recorrer un signo (Greene, 1988). De hecho, Plutón es un arquetipo que se mantiene constelado por un tiempo medio de veinticuatro años, y durante ese período gobernará la actitud de todo el colectivo de una época.

El principal efecto de los planetas exteriores se manifiesta a través de lo inconsciente colectivo. Las energías desencadenadas por la constelación de estos arquetipos no pueden ser controladas o manipuladas por el ego consciente. Su expresión puede llegar a encauzarse con mayor o menor fortuna, siempre que se disponga de un nivel de conciencia suficiente como para acoger positivamente sus contenidos.

Además de los planetas y los doce signos del zodíaco, varios "ingredientes" distintos configuran ese mandala que es la carta natal. Entre ellos, debemos resaltar las casas o sectores, los llamados aspectos y los elementos que tiñen tanto a los signos como a las casas. De acuerdo con Greene (1987), los cuatro elementos de la carta simbolizan las cuatro funciones de la conciencia. El elemento tierra representa a la sensación, el agua al sentimiento, el aire al pensamiento y el fuego a la intuición.

Las casas o sectores son, desde el punto de vista psicológico, las doce áreas en las que se dividen las experiencias humanas. Comenzando por el ascendente (la primera casa) que simboliza la lente con la cual filtramos las experiencias que experimentamos durante nuestra existencia, y por lo tanto, aquello que vemos y buscamos en la vida, hasta la casa doce, relacionada con la trascendencia, el sentimiento de unidad con el resto del universo (misticismo) y la empatía para con toda expresión de vida.

Los aspectos, desde un punto de vista científico, son las interconexiones cuánticas que existen entre los diversos planetas, tal y como se muestran en la carta natal y sus relaciones por signo y casa. Los efectos de los aspectos se pueden explicar atendiendo a la noción de pasadizo o túnel cuántico en el espacio-tiempo. Los aspectos simbolizan la unión entre dos energías (arquetipos) que funcionan en una misma área (casa) o de un modo (signo) semejante, capacitando su expresión conjuntamente. En otras palabras, las interacciones dinámicas entre las diversas energías o arquetipos. Algunos astrólogos los denominan "líneas de fuerza" entre los diversos centros de energía (planetas) dentro del campo energético global simbolizado por la carta natal (Arroyo, 1991).

Finalmente, los signos del zodíaco simbolizan la manera en la que un arquetipo astrológico (planeta) se expresa en el individuo, desde un punto de vista estadístico. Así, por ejemplo, un nacido bajo el signo de Aries, podrá ser débil, falto de energía y vitalidad, deprimido y nada impulsivo, pero las estadísticas confirman que en un porcentaje muy alto los arianos son enérgicos, vitales e impulsivos. Esto mismo es válido para todos y cada uno de los "ingredientes" que configuran el horóscopo de una persona.


BIBLIOGRAFÍA

Anochin, P. (1971) El cerebro y el mundo circundante, 5/71. Citado en Fidelsberger (1979) Astrología 2000. La estructura de una ciencia del mañana.

Arroyo, S. (1991) Manual de interpretación de la carta natal. Urano. Barcelona.

Bohm, D. (1998) La teoría cuántica como inicio de un orden nuevo en la física. En La totalidad y el orden implicado. Kairós. Barcelona.

Einstein, A. (1984) El significado de la relatividad. Espasa Calpe. Madrid. Citado en Talbot Misticismo y Física Moderna. Kairós. Barcelona.

Fidelsberger, H. (1979) Astrología 2000. La estructura de una ciencia del mañana.

Green, L. (1983) Primera conferencia. En Los planetas exteriores y sus ciclos. Barath. Madrid.

Green, L. (1986) Saturno. Un nuevo enfoque de un viejo diablo. Obelisco. Madrid.

Green, L. (1987) Relaciones Humanas. Un enfoque psicológico de la astrología. Urano. Barcelona.

Grof, S. (1998) Psicología transpersonal. Nacimiento, muerte y trascendencia en psicoterapia. Kairós. Barcelona.

Hand, R. (1976) Planets in transit. Life cycles for living. Para Research, Inc. Atglen, USA.

Jung, C. G. (1992a) Los complejos y el inconsciente. Alianza. Madrid.

Jung, C. G. (1992b) Formaciones de lo inconsciente. Paidós. Barcelona.

Jung, C. G. (1994a) La interpretación de la naturaleza y la psique. Paidós; Barcelona.

Jung, C. G. (1994b) Tipos psicológicos. Edhasa; Barcelona.

Peat, F.D. (1995) Sincronicidad. Puente entre mente y materia. Kairós. Barcelona.

Pressmann, A. (1968) Ideas sobre la ciencia exacta. Citado en Fidelsberger (1979) Astrología 2000. La estructura de una ciencia del mañana.

Pribran, K. (1971) Languages of the Brain. Englewood Cliffs, N.J. Prentice-Hall. Citado en Grof Psicología transpersonal. Nacimiento, muerte y trascendencia en psicoterapia. Kairós. Barcelona.

Prigogine, I. (1999) Las leyes del caos. Crítica. Barcelona.

Ribalta-Puig, P. (1998) Bio-Cibernética quántica holonómica. En el Primer Simposium de Medicina Ecológica. Fundación Imhotep-creu Blanca. Barcelona.

Sarfati, J. y B. Toben (1975) Space-Time and Beyond. E. P. Dutton. Nueva York. Citado en Talbot Misticismo y Física Moderna. Kairós. Barcelona.

Sasportas, H. (1990) Los dioses del cambio. El dolor, las crisis y los tránsitos de Urano, Neptuno y Plutón. Urano. Barcelona.

Sheldrake, R. y Matthew, F. (1999) Resonancia mórfica y el ritual. En Ciencia y Espiritualidad. La nueva visión. Kairós. Barcelona. Pp. 159-181.

Skuridin, G. (1971) La Física Cósmica con nuevos acentos. En Ideas sobre la Ciencia Exacta. Citado en Fidelsberger (1979) en Astrología 2000. La estructura de una ciencia del mañana.

Steindl-Rast, D. (1985) Consideraciones sobre el misticismo como frontera de la evolución de la conciencia. En La evolución de la conciencia. Kairós. Barcelona. Pp. 137-169.

Talbot, M.(1995) Misticismo y Física Moderna. Kairós. Barcelona.

Varela, F. (1993) Hacer camino al andar: La ojeada de un biólogo a la nueva biología y a su ética. En La evolución de la conciencia. Kairós. Barcelona. Pp. 137-169.

Von-Franz, M-L (1995) La ciencia y el inconsciente. En El hombre y sus símbolos. Paidós. Barcelona. Pp. 304-310.

Wheeler, J. A. (1967) Superspace and the Nature of Quantum Geometrodynamics. En Battle reconters. W.A. Benjamin. Nueva York. Citado en Talbot Misticismo y Física Moderna. Kairós. Barcelona.

{/viewonly}